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Fecha de publicación: 28/06/2022

Te imaginas un lugar donde no puedas expresar ni tu pensar, ni tu sentir, ni tu manera de ser… 

Hace más de cincuenta años, así vivían las juventudes diversas, quienes tuvieron que recorrer un largo camino para poder ser y vivir como querían hacerlo. Una de estas personas fue Marsha P. Johnson. 

“No era nadie, nadie, hasta que me convertí en drag queen. Eso es lo que me hizo en Nueva York, eso es lo que me hizo en Nueva Jersey, eso es lo que me hizo en el mundo”. -Marsha P. Johnson.

Mujer transgénero, afroamericana, de bajos recursos, trabajadora sexual y activista, quien marcó el inicio de un movimiento sin precedentes a favor de la comunidad LGBTIQ+.

Nació en Nueva Jersey, tuvo una infancia marcada por una familia de tradición cristiana, experimentó el travestismo a corta edad y estableció así, su estilo de vida. Cuando se graduó de secundaria se mudó a Greenwich Village en Nueva York. 

En esta ciudad, Marsha se encontró sin hogar y sin empleo fijo, halló en la prostitución un medio para llegar a fin de mes. Sin embargo, descubrió en el drag, un modo de sobrevivir, mientras explotaba su creatividad para la elaboración de diferentes atuendos, convirtiéndose en una mujer excéntrica conocida por sus grandes sombreros y joyas glamurosas.

Su vida cambió tanto que rápidamente se convirtió en una persona importante dentro de la comunidad, se le considera una de las madres de la liberación homosexual, por su relevante papel en los disturbios del bar “Stonewall Inn”. 

Este suceso no fue el primero en que la comunidad LGBTQ+ protestaba por sus derechos, pero marcó un punto decisivo para el movimiento que, años más tarde, adquiriría mayor reputación en la comunidad, impulsado por un entorno lleno de otros movimientos sociales que se cruzaban con los derechos LGBTIQ+; incluidos el movimiento de poder negro, el feminismo y las protestas de la guerra de Vietnam, en los cuales Marsha, igual se involucró pero en menor escala. 

En medio de estos movimientos, el Stonewall Inn abrió sus puertas en 1967 como un club gay “privado”, propiedad de un miembro de la mafia conocido como “Fat Tony” Lauria. Era uno de los pocos clubes gay conocidos en Greenwich Village donde los clientes podían bailar, y en ese momento era uno de los clubes gay más grandes de los Estados Unidos.

El 28 de junio de 1969, alrededor de la 1:20 a.m, fuerzas policiales organizaron una redada, entre uniformados y otros encubiertos, allanando el Stonewall Inn. El entornó se puso violento después de que algunas personas fueran arrestadas por cargos cuestionables por la policía de Nueva York.

Esto bastó para dejar el silencio de lado y tomar acción en el proceso, la comunidad estaba harta de ser atacada por el cuerpo policíaco y al ver estos actos de violencia, se organizaron protestas que duraron varios días y se extendieron por las calles vecinas. Estos eventos se han descrito colectivamente como disturbios, manifestaciones y un levantamiento ante la crisis social que se vivía en ese momento.

Durante la redada, muchos identificaron a Marsha y demás miembros de la comunidad como las principales personas en enfrentarse a la policía, al día siguiente, hacían un llamado para unirse a la lucha por los derechos de la comunidad y poder acabar con la represión policial y la discriminación.

Tiempo después de la noche en Stonewall, Marsha y su amiga trans-activista Sylvia Rivera, quien también participó en los sucesos de Stonewall, cofundaron Street Transvestite Action Revolutionaries (STAR) ayudando a los jóvenes de la comunidad LGBTIQ+ sin hogar en la ciudad de Nueva York, Chicago, California e Inglaterra durante algunos años a principios de los años 70, finalmente se disolvió.

Marsha también fue fotografiada por Andy Warhol como parte de una serie de polaroids titulada Señoras y caballeros, enfocada en mostrar rostros de drag queens. Durante los años 80, Marsha se unió al movimiento ACT UP, visibilizando la pandemia del VIH-Sida para lograr leyes favorables y ayuda a quienes habían sido diagnosticados.

Marsha P. Johnson, pasó de tener miedo y no llegar a fin de mes, a ser, quien realmente era, una persona valiente y audaz que alzaba la voz contra las injusticias.

Tras una vida de mucho activismo, Marsha P. Johnson fue encontrada muerta en el río Hudson, cerca del muelle de West Village, un 6 de julio de 1992. Tenía 46 años. La policía se negó, en su momento, a buscar más información y cerró el caso como suicidio, negando siquiera la posibilidad de ver el cuerpo a la familia; entonces, familiares y miembros de la comunidad LGBTIQ+, realizaron numerosas manifestaciones para que se investigara a fondo lo ocurrido, sin lograr avance alguno hasta 20 años después. En su memoria se construyo una fuente junto al río Hudson, donde encontraron su cadáver. 

Fue en 2012, cuando la activista Victoria Cruz, defensora de víctimas de delitos del Proyecto Antiviolencia de la ciudad de Nueva York (AVP), logró que la policía reabriera el caso como un posible homicidio. 

Sucesos como el de Stonewall Inn, cambiaron para siempre la vida de las personas de la comunidad, no solo en Estados Unidos, sino a nivel mundial. Año tras año el 28 de junio se conmemora el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+ en muchas capitales del mundo, durante todo el mes se llevan a cabo diversas actividades, con el objetivo de exigir derechos para las personas de la diversidad sexual. 

Aunque hoy en día, el movimiento ha adquirido mayor relevancia y presencia, todavía hay un gran camino por recorrer, sin olvidar, que todas las personas, más allá de su edad, sexo biológico, orientación afectiva, identidad sexual, rol de género, estado de salud o carga viral, cuentan y son válidas.

Antes no había orgullo; solo miedo gay, soledad gay y desconfianza gay y odio a uno mismo gay” -Edmund White

Así, la palabra “orgullo” ha llevado un proceso de resignificación que sigue en constante evolución, describe un movimiento que representa a comunidades diversas, un concepto que habla sobre dignidad, visibilidad, representación, acceso a servicio, derechos, respeto y aceptación que la comunidad LGBTIQ+, así como todo mundo merece.

Por último, nos gustaría extender una invitación para construir un entorno más consciente, justo y equitativo, basado en un primer punto, en el respeto y tener apertura a nuevas maneras de comunicarnos asertivamente con las demás personas en nuestro entorno.